Estudio bíblico: Fiel al Señor en medio de una familia infiel - 2 Crónicas 14:1-15

Serie:   La lucha entre lo bueno y lo malo   

Autor: Roberto Estévez
Email: estudios@escuelabiblica.com
Uruguay
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Fiel al Señor en medio de una familia infiel (2 Crónicas 14)

¡Última noticia! ¡Última noticia! ¡Maaca renunció!
Las nuevas corren como un reguero de pólvora por todo Jerusalén. La gente no puede creer lo que está escuchando y hace comentarios al respecto: "¡No puede ser!". "¡No puedo creer que la reina madre haya renunciado a su cargo!".
En los corredores de la casa real los sirvientes murmuran y se preguntan entre ellos:
— ¿Ha renunciado o la "han renunciado"?
Unas semanas antes había venido a hablar con el rey un grupo de las autoridades religiosas más altas.
— Majestad, estamos agradecidos al Señor por la dedicación a Dios que usted ha demostrado durante todos estos años. Estamos muy contentos de ver que se han quitado los altares de culto extraño y los lugares altos, que ha roto las piedras rituales y ha quebrado los árboles rituales de Asera (2 Cr 14:3). Sabemos que Dios bendice a los que lo honran y el Señor lo ha bendecido a usted muy ricamente.
El monarca agradece los comentarios con una señal de su cabeza. Sin embargo, puede percibir en el rostro de los hombres religiosos que hay algo más que ellos no se animan a decir.
— Bueno, supongo que no han venido solo para decirme esto.
El más anciano de los visitantes se levanta. Sus cabellos son blancos. Su rostro muestra la determinación y firmeza que la fe en el omnipotente le ha conferido.
— Majestad — dice calmadamente —, estamos muy preocupados por el ejemplo que sigue dando su abuela, la reina madre.
Se hace un silencio. El monarca por unos momentos empalidece. Junto a él se encuentran sus ministros y consejeros.
— Mi Rey — continúa el sacerdote —, los altares que usted destruye su abuela los vuelve a construir. Usted quita los árboles rituales de Asera y la reina madre, Maaca, trae otros nuevos.
El anciano sacerdote ahora calla. Uno de los príncipes se levanta pide la palabra.
— La reina madre siempre ha hecho las cosas así y todos sabemos que no va a cambiar. Ella dice que no le hace mal a nadie con lo que hace. Opina que tenemos que aceptar otras religiones y no ser "tan cerrados". Después de todo, tenemos que "respetarla", porque ella es nuestra abuela.
Se hace otro silencio. En la pausa se escucha el zumbido del vuelo de un moscardón. El rey se levanta. Su rostro muestra que no le es fácil expresar lo que va a decir.
— Ordeno que la reina madre, Maaca, deje de oficiar como reina.
Se oye un murmullo de aprobación.
— ¡Viva el rey Asa! — dice alguien; y todos en la sala del palacio repiten como eco —, ¡viva el rey Asa!
Unos meses antes había pasado algo muy inusual. "El reino estuvo en calma" (2 Cr 14:5). El rey había convocado nuevamente a sus ministros les habrá dicho: "Edifiquemos estas ciudades y rodeémoslas de murallas, torres, puertas y cerrojos... porque hemos buscado al Señor nuestro Dios. Le hemos buscado, y él nos ha dado reposo por todas partes" (2 Cr 14:7). Sin embargo, muchos no sospechaban la tormenta que se avecinaba después de esta aparente calma. Asa ha continuado con su trabajo de limpiar a Judá de los ídolos y lugares de adoración pagana. Todo parece marchar bien hasta que llega la noticia: "Zéraj el etíope salió contra ellos con un ejército de 1.000.000 de hombres y 300 carros..." (2 Cr 14:9). Dentro de ese millón hay cien mil soldados de caballería.
El rey Asa sale con sus regimientos para defender el país. Su infantería tiene la mitad de guerreros: 300.000 de Judá, que llevan escudos grande y lanzas; y 280.000 de Benjamín, quienes llevan escudos pequeños disparaban con el arco (2 Cr 14:8).
Las tropas comandadas por el rey Asa se desplazan lentamente y llegan a Maresa (ciudad del reino de Judá). Allí los dos ejércitos se preparan para la batalla. En el lado de los etíopes se hace una ceremonia religiosa a todos los "dioses" involucrados en la guerra. Los instrumentos musicales hacen sonar sus melodías lúgubres y satánicas.
Del lado de Judá no hay mayor preparación ceremonial, pero sí el mismo Rey pronuncia la oración de intercesión al Señor. Sus palabras son dichas con sentimiento, firmeza y honestidad: "¡Oh Señor, no hay otro como tú para ayudar tanto al poderoso como al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Señor, Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre vamos contra esta multitud. ¡Oh Señor, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre!" (2 Cr 14:11).
Asa termina su plegaria y siente una profunda paz en su corazón. El sabe que el Señor está de su lado. Mientras tanto, las dos huestes se empiezan a mover preparándose para el encuentro. El rey Asa está al frente de sus tropas. Desde el carro real levanta su lanza y grita: "¡Al ataque!".
Si pudiéramos observar desde un lugar elevado se vería algo inusual. En el momento en que Judá empieza a avanzar, y aun antes de que estén a una distancia al alcance de las flechas, algo sucede en el ejército enemigo. Las tropas que hasta hace un momento estaban ordenadas y prontas para la batalla, pareciera como que de golpe se pusieran fueran de control. Algunos de los escuadrones empiezan a moverse hacia atrás y otros se mueven hacia los costados. Los carros de guerra chocan entre sí. Súbitamente todos los caballos están encabritados; han quedado fuera de control y arremeten unos contra otros. Se lanzan con toda furia en todas direcciones aplastando e hiriendo a los soldados de la infantería. Los generales dan órdenes contradictorias. Pareciera como si un meteoro hubiera caído en medio del ejército. Todos salen en direcciones opuestas: "Entonces el Señor desbarató a los etíopes delante de Asa y de Judá, y los etíopes huyeron" (2 Cr 14:12).
El rey Asa levanta nuevamente su lanza y el ejército de Judá arrasa al enemigo. Los etíopes tratan de huir, pero es en vano ya que "cayeron tantos de los etíopes que no quedaron sobrevivientes de ellos, porque fueron destrozados delante del Señor y de su ejército, y les tomaron un gran botín" (2 Cr 14:13).

La historia bíblica y nosotros

La vida transcurre a veces con toda tranquilidad. Los años pasan y todo marcha relativamente bien. La situación laboral es estable, la familia goza de buena salud, los hijos están creciendo, asistiendo a la escuela y progresando en todas las áreas de la vida.
Pero de pronto algo sucede. Toda la estructura familiar y social que hay a nuestro alrededor pareciera que se tambalea. Pareciera como si un terremoto de magnitud ocho en la escala de Richter nos hubiera llegado. Pueden ser problemas de salud, dificultades en el trabajo, falta de trabajo, problemas en la familia, y otras situaciones.
Observamos que durante el período de "paz" el rey Asa edificó murallas y fortalezas. Es durante esos tiempos de tranquilidad en nuestras vidas que debemos profundizar y arraigarnos en el estudio de las Escrituras. De esa manera podemos ser "fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior" (Ef 3:16).
Algunas personas comienzan su vida espiritual con muchas dificultades y caídas, pero lentamente se van fortaleciendo y terminan muy bien. Tristemente, otras empiezan muy bien pero no concluyen tan bien. El apóstol Pablo había considerado esta posibilidad y por eso dice: "Más bien, pongo mi cuerpo bajo disciplina y lo hago obedecer; no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo venga a ser descalificado" (1 Co 9:27).
Aquí, la historia de Asa, comienza con una situación de sosiego. La tierra tuvo tranquilidad por diez años (2 Cr 14:1). Dos lustros de tranquilidad eran muy raros en aquellos tiempos. Y el veredicto divino sobre el rey es muy favorable. "Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos del Señor su Dios" (2 Cr 14:2). Lo hizo porque estaba consciente de la presencia del Señor. "Sus ojos [de Dios] ven; sus párpados examinan a los hijos del hombre" (Sal 11:4).
El rey ha llevado una reforma espiritual a Judá: "Quitó los altares de culto extraño y los lugares altos, rompió las piedras rituales y quebró los árboles rituales de Asera" (2 Cr 14:3).
El rey Asa es tan fiel al Señor que está dispuesto a corregir en su propia familia lo que está mal. Sin duda que le fue muy penoso excluir a su abuela de la posición de reina madre. Indudablemente recibió muchas críticas de la familia y a otros niveles. ¡Qué difícil es para nosotros ser sinceros y fieles al Señor cuando se trata de personas de nuestra familia o amistades! Pero, debemos recordar que somos llamados a responsabilidades muy especiales en nuestra casa (1 Ti 5:8).
El rey Asa estuvo dispuesto a darle a Dios el primer lugar y a hacer su voluntad a pesar de los estrechos vínculos familiares. Cientos de años después el Señor Jesucristo va a decir: "el que ama a padre o a madre más que a mí no es digno de mí, y el que ama a hijo o a hija más que a mí no es digno de mí" (Mt 10:37).
La oración de Asa es una de las oraciones más cortas y precisas hechas por un monarca en un momento de crisis. Es una plegaria ardiente. Es una invocación que habla de la omnipotencia de Dios: "¡Oh Señor, no hay otro como tú para ayudar tanto al poderoso como al que no tiene fuerzas!" (2 Cr 14:11).
El rey reconoce que él no tiene la capacidad militar suficiente, que es débil para enfrentarse contra el ejército etíope. La súplica es específica. Asa "va al grano": "¡Ayúdanos, oh Señor, Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre vamos contra esta multitud. Oh Señor, tú eres nuestro Dios" (2 Cr 14:11). Esta súplica demuestra una absoluta confianza en el Señor. Asa "compromete" el honor de Dios, por así decirlo. Es como si Asa pensara: "Si el Señor está de nuestro lado, él no se va a dejar vencer por el enemigo, porque él no va a ir en contra de su propio prestigio".
El argumento que el rey usa en la oración tiene la sencillez y espontaneidad de un niño. Es como si dijera algo así: "Dado que en ti nos apoyamos y en tu nombre vamos contra esta multitud, es como si tú mismo estuvieras luchando junto a nosotros".
Al final de la oración del rey Asa, el motivo principal de ésta da un giro. Ahora, él dice: "¡No prevalezca contra ti el hombre!". Ya no se enfoca tanto en que ellos sean ayudados, sino en que Dios prevalezca y no el hombre. Por supuesto, el ser humano o una nación nunca podrá prevalecer contra el omnipotente. Delante de Dios "las naciones son como una gota de agua que cae de un balde..." (Is 40:15). Dios obra a favor de su pueblo como lo ha hecho tantas veces (2 S 5:23-24) (2 R 3:21,25).
Del mismo modo como Dios ayudó a Asa contra el ejército enemigo, el Señor nos ofrece su ayuda en nuestros conflictos y dificultades. El creyente puede con seguridad decir como el rey David: "Contigo desbarataré ejércitos, con mi Dios saltaré murallas" (Sal 18:29). El Señor desbarató al ejército enemigo del rey Asa. Ignoramos todos los detalles de cómo sucedió exactamente. Sin embargo, sabemos que aquello que parecía iba a ser una derrota, se transforma en una victoria rotunda para Asa. El apóstol Pablo ejemplariza esto al escribir: "Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Ro 8:37).

Notas al margen

Los etíopes eran probablemente soldados mercenarios que servían a Egipto. Esta milicia estaba constituida por gente procedente de Nubia o de Cush.
Jamiesson sugiere que los egipcios no le iban a permitir a un ejército extranjero pasar por su territorio. Esto sería algo similar a un ejército de las Naciones Unidas constituido por personas de países que no están involucrados directamente en el conflicto. De acuerdo con el relato de 2 Crónicas 14, la destitución de la reina madre, Maaca, se produce después de la invasión etíope y durante e avivamiento que surge luego del mensaje del profeta Azarías.

El líder que hay en mí

El líder tiene que mantener un testimonio ejemplar en el hogar. Esto no siempre es fácil. Satanás, nuestro adversario, va a tratar de destruir la eficiencia de nuestro testimonio atacando nuestra familia. Es muy importante que los de afuera puedan percibir que no tratamos con favoritismo o predilección a nuestros allegados o amigos. Esto puede ser muchas veces difícil y muy penoso (Stg 2:1). Si el rey Asa lo consiguió nosotros también lo podemos lograr.
El líder tiene que ser una persona que tenga la rara combinación de ser práctica y a la vez espiritual. El rey tomó las medidas utilitarias de edificar fortalezas y murallas, de preparar a su ejército (2 Cr 14:6-8), pero también de estar firme delante de Dios. Por ello, frente a cualquier crisis, el creyente necesita buscar el rostro de Dios en oración.

Temas para el estudio en grupo

Relacionándose con un miembro de la familia que se opone a la cosas espirituales.
La fidelidad a Dios en nuestro medio familiar (Sal 24:15).
¿Qué debemos hacer el domingo cuando tenemos visitas en casa que no simpatizan con el evangelio?
Confianza en el Señor en medio de la oposición.
El poder de la oración (Stg 5:16).
Algunas características de la oración que hizo el rey Asa.

Preguntas para reflexionar

1. ¿Fue Asa demasiado "fanático" al destituir a su abuela? Justifique su respuesta.
2. ¿Qué expresa Asa en su oración frente al eminente ataque del enemigo?
3. ¿Cómo se logró la victoria militar contra los etíopes?
4. ¿Cómo debemos actuar cuando hay pecado en nuestra propia familia o amistades cercanas?
5. ¿Cómo debemos relacionarnos con los familiares no creyentes en reuniones y ocasiones especiales?
6. ¿Qué debemos hacer cuando un familiar abraza una fe no cristiana como el mormonismo o los testigos de Jehová?
7. ¿Cuáles elementos de total confianza en Dios se observan en la oración que hizo el rey Asa?

Comentarios

Argentina
  Ezequiel González  (Argentina)  (02/09/2020)
Hola bendiciones!
Quiero comentar que este estudio fue para mí vida de mucha bendición.
Muchas gracias y que Dios los bendiga mucho 🙏
Argentina
  Marcos Cabana  (Argentina)  (01/09/2020)
Buen dia queridos hermanos. A esta altura, despues de haberlos seguido durante todo el estudio del evangelio de Marcos y de Apocalipsis, le agradezco al Señor por haberlos encontrado y les animo a que continuen su hermoso ministerio. Estare orando por ustedes. Los estudios sin duda, me llegaron con el poder del Espiritu. No puedo asimilar todo de una vez. Los veo y los leo varias veces y cada vez recibo mas del Señor. Los aprecio mucho. Un caluroso abrazo en Cristo
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