Mientras que la traición de Judas fue deliberada, llevada a cabo a sangre fría después de una planificación concienzuda, la negación de Pedro no tuvo nada de deliberado, sino que se vio arrastrado por las circunstancias en un momento de debilidad. Aunque ambos pecaron gravemente, no se puede comparar un pecado cometido con orgullo y odio con uno que fue el resultado de la ignorancia y la debilidad.