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Estudio bíblico de Zacarías 6:4-12

Zacarías 6:4 - 12

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestra interesante andadura a través de la Biblia y, en esta ocasión en el libro del profeta Zacarías en su capítulo 6.

En nuestro programa anterior estuvimos analizando la décima y última visión, que completa el círculo y es paralela a la primera visión del profeta, aunque diferente en los detalles, tales como el orden y el color de los caballos. Aquí, además, el castigo lo recibiría sólo un país y no varios. Al igual que en la primera visión, Dios es descrito como el Soberano que controla todos los eventos de la Historia; será Él quien castigue a la nación que oprimió a Judá.

En los primeros versículos de este capítulo 6 de Zacarías, el profeta vio, recordemos, cuatro caballos de guerra, que representaban espíritus angélicos agentes del juicio divino. Estos caballos salían de "entre dos montañas, que eran de bronce". Todo ello representaba el juicio de Dios sobre las naciones que atacan a Israel, y lo más probable que los montes mencionados se refieran al Monte de Sión y al Monte de los Olivos, donde el Señor regresará a juzgar. Este valle, llamado "Valle de Josafat" ("El Señor juzga"), podría corresponder al Valle de Cedrón que se abre paso entre estos dos montes. Judíos, cristianos y hasta musulmanes han enseñado que allí tendrá lugar el juicio final. Recordemos que el bronce era un símbolo de juicio divino, como el caso de la serpiente de bronce, mencionada en el Libro de Números, y el altar de bronce, mencionado en el Libro de Éxodo, ambos utilizados como medios para tratar con el pecado.

Recordemos, además, que estos cuatro carros con cuatro caballos de diferentes colores nos traían a la mente los llamados cuatro jinetes del Apocalipsis, nombrados por el apóstol Juan en su libro de Apocalipsis, que recorrerán la tierra para ejecutar el juicio de Dios sobre las naciones. Sin embargo, notamos que el orden en que eran presentados aquí era bastante diferente del que podíamos leer en Apocalipsis, donde el primer caballo era blanco, el segundo alazán o rojo, simbolizando la guerra; en tercer lugar, el caballo negro, que representa al hambre. Y finalmente, el cuarto caballo, que era una plaga de la muerte que recorría toda la tierra.

Pero lo importante aquí no es el orden de presentación sino el hecho de que la escena del juicio se vuelve aquí más dramática con la aparición de estos "carros de guerra" con sus cuatro caballos.

Retomemos pues nuestro estudio a partir de los versículos 4 y 5 de este capítulo 6 de Zacarías, que dicen así:

"Respondí entonces y dije al ángel que hablaba conmigo: Señor mío, ¿qué es esto? Y el ángel me respondió y me dijo: Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen después de presentarse delante del Señor de toda la tierra."

Esta imagen de "los cuatro vientos" representan a los agentes angelicales de Dios, enviados para ejecutar juicio en representación del "Señor de toda la tierra", un título milenario que designa el mandato universal del Mesías en la era del reino venidero de Jesús en la tierra.

Leemos, a continuación, los versículos 6 y 7, donde se nos dice:

"El carro con los caballos negros salía hacia la tierra del norte, y los blancos salieron tras ellos, y los overos salieron hacia la tierra del sur. Y los alazanes salieron y se afanaron por ir a recorrer la tierra."

Vemos aquí cómo estos portadores angelicales de la justicia divina desatarán juicios catastróficos sobre la tierra. Los caballos blancos y a los caballos negros irán a la tierra del norte. Y los alazanes o pintos, hacia el sur. Nada se dice acerca de ir hacia el Esto u Oeste, a causa del mar o del desierto. Recordemos que los enemigos de Israel vinieron del Norte (Asiria, Babilonia los Seleúcidas y los Romanos) y del Sur (Egipcios). Esta salida hacia el Norte y el Sur conducirá a una serie de juicios que se desatarán a escala global sobre las naciones de toda la tierra.

Leamos nuevamente los versículos 7 y 8, que dicen así:

"Y los alazanes salieron y se afanaron por ir a recorrer la tierra. Y dijo: Id, recorred la tierra. Y recorrieron la tierra. Luego me llamó, y me habló diciendo: Mira, los que salieron a la tierra del norte hicieron reposar mi espíritu en la tierra del norte."

Los caballos blancos y negros fueron hasta la tierra del norte. Por esta razón, algunos han interpretado que lo que la Biblia llama "la Gran Tribulación" o periodo de gran sufrimiento sobre la tierra debido al juicio de Dios, podría comenzar en torno a la zona de Rusia, China.

"Los caballos negros que van hacia el norte" podría implicar un primer juicio sobre estas naciones, identificadas en Apocalipsis, según algunos estudiosos, como Gog y Magog. Luego, habría de venir el juicio en el sur, en la tierra de Egipto.

Sin embargo, insistimos en que esta imagen no es exactamente la misma que nos encontramos en el Apocalipsis, donde se nos presenta una serie de juicios sucesivos que ocurrirán sobre la tierra durante el período de la Gran Tribulación.

Por ejemplo, en el Apocalipsis, los caballos blancos son los primeros en salir y cumplir su misión. Este animal representa un periodo de paz mundial sin paralelo en la historia de la humanidad, una paz falsa que será muy breve y que culminará con el ascenso del anticristo, mencionado en el libro de Mateo 24:3 y en Apocalipsis 6:2. El mundo creerá que está entrando en el periodo del milenio, cuando en realidad está inaugurando en el período de la Gran Tribulación. Inmediatamente después del caballo blanco, saldrá el caballo alazán o rojo de la guerra. Seguidamente, partirá el caballo negro, símbolo de una hambruna como jamás se ha visto sobre toda la tierra, así como de enfermedades y plagas. El cuarto caballo, en Apocalipsis, representa la muerte.

Lo importante aquí no es la coincidencia de ambas visiones, el color de los caballos o su orden de partida, sino el hecho de que, algún día, Dios va a juzgar a las naciones de la tierra.

Enfoquemos ahora nuestra atención hacia el versículo 8, leído anteriormente:

"Luego me llamó, y me habló diciendo: Mira, los que salieron a la tierra del norte hicieron reposar mi espíritu en la tierra del norte."

Como resultado del juicio de Dios sobre sus enemigos, su ira puede ser aplacada. Dios ha sido vengado por esta acción, en particular porque la potencia que viene del Norte ha sido juzgada. Es probable que esto se refiera a la Babilonia de los últimos tiempos, citada en los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis. Hasta que este juicio sea ejecutado y la ira de Dios repose, el reino no podrá ser establecido con el Mesías sobre su trono, tal y como se menciona en los capítulos 19 y 20 del citado libro.

Veamos ahora lo que nos dicen los siguientes versículos, el 9 y el 10 de este capítulo 6 de Zacarías:

"Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 10Toma de los del cautiverio a Heldai, a Tobías y a Jedaías, los cuales volvieron de Babilonia; e irás tú en aquel día, y entrarás en casa de Josías hijo de Sofonías."

Se nos mencionan aquí a tres hombres que habían regresado del cautiverio de Babilonia. Sus nombres significan lo siguiente: Heldai significa "robusto", y Tobías significa "bondad de Dios". Jedaías significa "Dios sabe o conoce". Si juntamos estos significados nos encontramos con que Dios, por Su bondad, va a colocar a Su rey sobre el trono. Y lo hará "de una manera robusta y poderosa". Se trata pues de una coronación simbólica. Y representa la venida de Cristo y Su futuro reino sobre la tierra.

Si continuamos leyendo, en el versículo 11, dice así:

"Tomarás, pues, plata y oro, y harás coronas, y las pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac."

Josué sirvió como ilustración del Mesías en este pasaje donde la coronación que Zacarías hace de Josué, el Sumo sacerdote, constituye una versión "en miniatura" de la esperada coronación del Mesías en el futuro El Mesías será aquél Renuevo quien unirá en su persona los dos oficios de sacerdote y rey. Por eso, estos versículos finalizarán, un poco más adelante, la serie de visiones del profeta con el punto culminante de toda la Historia: la coronación del Señor Jesucristo.

El Señor Jesucristo es el Gran Sumo Sacerdote hoy. La epístola a los Hebreos es un libro que nos habla de que Cristo es nuestro Gran Sumo Sacerdote. Y se nos insta a considerar, seguir y obedecer a nuestro Gran Sumo Sacerdote, el Señor Jesucristo.

Él, Jesús, ya no está más en la tierra, sino que está en el cielo. Está sentado ahora a la derecha de Dios. Y está esperando a que llegue el momento cuando sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; entonces Él regresará a la tierra para establecer Su reino sobre ella. Y lo que nos encontramos aquí es una ilustración de todo ello.

Después del juicio del poder de Dios y del juicio de todas las naciones gentiles del mundo, acontecerá la venida de Cristo, y su coronación como Rey de reyes y Señor de señores. Esta es la razón por la que nos encontramos coronas en estos versículos. Él es el Rey de reyes. Y todos echarán sus coronas ante Él. Y tenemos a Josué, el Sumo Sacerdote por aquel entonces, que representa al Señor Jesucristo.

Recordemos, estimados oyentes, que la primera vez que Jesús vino a esta tierra fue hace más 2.000 años, como el Hijo de Dios. Él vino aquí para anunciarnos el amor y el favor de Dios hacia nosotros, y para morir en cruz por sus pecados y los míos. ¿Puede acaso haber un mayor acto de humildad, amor y entrega que el entregar la vida por alguien? Eso es lo que hizo Jesús. Eso es lo que hizo el Hijo de Dios por ti y por mí.

Hoy en día, en el siglo XXI, Jesús ya no está en la tierra sino en el cielo, con Dios. Él se encuentra en el lugar santísimo, habitado por la misma presencia de Dios. Y Él intercede al Padre por nosotros cuando hay un pecado en nuestras vidas, y nosotros confesamos este pecado.

Pero un día, Él vendrá otra vez. Él regresará a este mundo moderno, habitado por miles de millones de personas, muchas de las cuáles le han dado la espalda y viven una vida totalmente separada de Él. Pero cuando Jesús regrese, no lo hará de la misma manera que se relata en los Evangelios, de manera pobre y humilde. Lo hará, en cambio, tal y como nos avanza el libro de Apocalipsis, como el Rey de reyes y Señor de señores. Así es que, Él es Profeta (porque anunció al Padre), Sacerdote (porque intercede hoy en nuestro favor al Padre) y Rey (porque reinará sobre todo el universo).

Leamos el versículo 12 de este capítulo 6 de Zacarías:

"Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová."

Aunque en la visión la corona fue colocada en la cabeza de Josué el Sumo sacerdote, el acto fue una representación simbólica de la futura coronación del Mesías, conocido también como el "Renuevo", que significa "brote" o "raíz", término aplicado a éste como descendiente de David. En Él, en el Mesías, quedarán unidos para siempre los oficios de Rey, Profeta y Sacerdote, que eran los oficios bíblicos del Antiguo Testamento, siempre ejercidos de manera separada en personas diferentes. Sólo Jesús integra los tres.

Él es la Raíz que brota de la tierra seca. Y el ángel dijo de Él: "Se llamará Su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados". (Mateo 1:21).

Él vendrá nuevamente como el Renuevo. Y esta vez el Renuevo gobernará al mundo. Y en este versículo 12 del capítulo 6 de Zacarías, leemos, de nuevo:

"Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo del Señor."

Según el Talmud de Jerusalén (colección de instrucciones religiosas), y el Midrash (exposición práctica de la Ley), los judíos vieron en este versículo una profecía mesiánica.

La Historia del pueblo de Israel está recorrida por una serie de Templos sucesivos: El Tabernáculo en el desierto, en primer lugar. El de Salomón, posteriormente. El de Zorobabel. El de Herodes. El que se construirá en la Gran Tribulación. Y finalmente, el templo milenario que será edificado sobre esta tierra.

¿Por qué no existe actualmente un Templo de este tipo para Dios? Porque el Templo de Dios, hoy, queridos amigos, somos nosotros mismos. El Espíritu Santo, que es Dios, habita en todos y cada uno de los cristianos. Por ello, debemos reflexionar si estamos cuidando responsablemente de este Templo, y preguntarnos, "¿Estoy dirigiendo mi vida como si en mi interior habitase un templo con el Espíritu de Dios en mi interior?" No importa cuán grande o insignificante te sientas, querido amigo. Lo importante es que tú eres un templo del Espíritu Santo; Dios habita en ti, se regocija en ti y también se entristece cuando tus actos no son dignos de "este templo", que eres tú.

En aquel entonces, muchos de los coetáneos de Zacarías pensaron que el Templo que se estaba construyendo jamás podría ser como el antiguo de Salomón. La historia dice lo contrario, pero ellos no fueron capaces de tener una visión a largo plazo, que es la que debemos desarrollar cuando leemos estas profecías. Dios ve a largo plazo, pero nosotros sólo podemos ver a corto plazo. Por ello, recordemos que no importa si hoy me siento como "un templo pequeño, insignificante e indigno". Dios, que ha visto tu futuro, ha visto tu pasado y conoce tu futuro, te ve con todo tu potencial, con todos tus talentos, en todo tu esplendor: te ve como un templo "terminado."

¿Cómo puedes desarrollar entonces esta visión a largo plazo? Mediante la fe en Jesucristo, en primer lugar, y por medio de la lectura habitual de su Palabra, la Biblia.

La Biblia nos habla del pasado, pero se enfoca, sobretodo, en el futuro. Dios ya ha estado en su futuro y lo conoce. Ahora, usted puede apropiarse de él creyendo, viviendo y obedeciendo su Palabra. Así de sencillo, pero también, así de profundo.

Porque esto implica renunciar a tus proyectos, deseos y anhelos para realizar los Suyos. Ahora bien, le ruego que me escuche con la máxima atención: ¿Quién le ha dicho que los deseos de Dios son "malos" para usted?"¡Al contrario! La Biblia le promete una vida plena de bendiciones, seguridad, paz y estabilidad. La Biblia le ofrece algo que nadie, en esta sociedad, puede asegurarle: La vida eterna. Y hasta entonces, una vida plena, aquí en la tierra. ¿Cómo? Por medio de la fe en Jesucristo como su Señor y Salvador personal.

La salvación es gratuita y Jesús dio el primer paso, al morir por sus pecados, pero ahora usted debe dar, por propia iniciativa, el segundo paso: aceptar su "regalo" de salvación eterna, creyendo en Él como Hijo de Dios y su Salvador y Señor personal. Ahora bien, no olvide que una vez haya realizado esta acción, usted comenzará una larga "carrera hacia la meta" que durará toda su vida y sólo finalizará con su propia muerte. Y en esta carrera, usted deberá ir sorteando una serie de vallas u obstáculos: aquellos deseos contrarios a Dios, a su propia sabiduría humana, muy inferior a la de Dios, su anhelo hacia los bienes materiales, las posesiones y las riquezas, que son idolatría contra Dios, etc. Pero le aseguramos, querido amigo, que con cada obstáculo que usted haya superado, usted será más feliz, independientemente de lo duras y difíciles que las circunstancias que le rodeen (enfermedad, falta de dinero, dificultades en el trabajo, problemas con la pareja, orientación con los hijos, etc). Para cada problema, la Biblia tiene una solución. Pero esta solución, estimado oyente, no será su solución, sino la que Dios tiene para usted.

Usted elije, querido amigo, o vive la vida conforme a los propósitos de Dios, o lo hace de espaldas a Él, viviendo según sus propios deseos. Y aunque en la vida existen diferentes tonalidades de grises entre el blanco y el negro, los cristianos tenemos que ser blanco 100%. La Biblia dice claramente que usted elige su posición, de "amigo" o "enemigo" de Dios. No hay puntos intermedios ni medias tintas.

Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy; vamos a tener que dejar nuestro estudio aquí. Le invitamos a que nos sintonice en nuestro próximo programa y siga descubriendo, con nosotros, todos los tesoros que tiene la Biblia para usted.

Mientras tanto, le sugerimos que usted concluya la lectura de este capítulo 6 de Zacarías y se familiarice con su contenido. Hasta nuestro próximo programa, querido amigo y que Dios le bendiga abundantemente por medio de su Palabra.

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