Estudio bíblico de Levítico 5:1-19

Levítico 5

Tema: La ofrenda por la culpa - El pecado como un acto.

Este capítulo habla del pecado y, más específicamente, de la ofrenda por la ofensa o transgresión, la ofrenda por la culpa de actos específicos cometidos por ignorancia y la ofrenda por la culpa de actos no específicos cometidos por ignorancia. Algunos expositores Bíblicos consideran a los primeros 13 versículos de este capítulo como parte de la ofrenda por el pecado. Hay amplia justificación para esta opinión. En los versículos 6 y 7 se lee "por la culpa". El sacrificio que se discute en los versículos 6 al 9, 11 y 12, es claramente llamado "ofrenda por el pecado". En estos versículos se requiere un sacrificio expiatorio porque la culpa depende de la naturaleza pecaminosa. En realidad, todo pecado proviene del mismo origen, que es la naturaleza pecaminosa que hemos heredado de Adán. Figurativamente hablando, el hacha debe abatirse tanto sobre la raíz como sobre el fruto.

En nuestro estudio de este pasaje, consideraremos todo el capítulo como la ofrenda por la culpa. La palabra transgredir implica invadir los derechos de otras personas. Se ha abusado mucho de la libertad y muchas personas que la proclaman violan los derechos de otras personas. Una transgresión es una invasión a los derechos de Dios y del ser humano.

Por ejemplo, en Israel, retener la décima parte que le correspondía a Dios se consideraba como una transgresión. También tenemos el ejemplo de Acán, relatado en el libro de Josué 7:1, que tomó para sí mismo cosas que estaban consagradas a la destrucción y su acción fue considerada como una transgresión.

Siempre debemos tener en cuanta que nuestras ofensas o transgresiones surgen de nuestra naturaleza pecaminosa. El ser humano está corrompido y, de hecho, no tiene absolutamente ninguna capacidad para agradar a Dios. Dios ha afirmado claramente que no puede aceptar las obras de un ser humano perdido e impotente para lograr su salvación. Dios no salva por las pretendidas obras de justicia que ese ser humano pueda realizar, sino que salva por Su gracia, por su bondad y misericordia. El apóstol Pablo dijo en su carta a los Romanos 8:7(VP). "Los que se preocupan solo de las cosas humanas son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley". Cuando Jesús estaba en esta tierra y según el relato del Evangelio de Juan 6:28 y 29, las personas religiosas de esa época se acercaron a El para preguntarle: "¿Que debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios; que creáis en el que El ha enviado". Más adelante y según el relato del libro de Los Hechos 16:31, los apóstoles pronunciaron la misma respuesta: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo".

A continuación incluiré un breve

Bosquejo

que abarca este capítulo 5, y parte de los capítulos 6 y 7.

La ofrenda por la culpa (el pecado como un acto), capítulo 5:1-6:7.

a. Actos específicos de pecado cometidos en ignorancia, vv. 1-13.

b. Actos no específicos de pecado cometidos en ignorancia, vv. 14-19

c. Actos específicos de pecado cometidos deliberadamente, cap.6:1-7.

d. La ley de la ofrenda por la culpa, capítulo 7:1-10.

Actos específicos de pecado cometidos en ignorancia

La lista de pecados enumerados aquí, evidentemente, no es exhaustiva, pero nos da ejemplos de un número ilimitado que pudieran incluirse. Estos son pecados de individuos y no de toda la congregación o comunidad. La mayor parte de la sección trata del remedio y no de la enfermedad. Así que encontraremos que el énfasis recae en el tipo de ofrenda no en el carácter del que la ofrecía, como ocurría en la ofrenda por el pecado. Leamos el versículo 1:

"Si alguien peca al ser llamado a testificar, siendo testigo de lo que ha visto o sabe, y no lo declara, será culpable."

Los 4 pecados específicos aquí son simplemente ejemplos, como dije anteriormente. En este versículo se alude al testigo que sabiendo algo se niega a declarar la verdad en perjuicio de otra persona. Es éste, entonces, un pecado de omisión. Algunas personas piensan que por no haber cometido pecados o delitos graves, están libres de pecado. Bien dijo al respecto el apóstol Santiago en su carta, 4:17: A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.

También resulta interesante recordar que el sabio rey Salomón oró a Dios con respecto a este asunto de un testigo que no dijera la verdad cuando debiera decirla. Leeremos en el primer libro de los Reyes 8:31 y 32: "Cuando alguien cometa una falta contra su prójimo y se le obligue a jurar ante tu altar en este templo, escucha tú desde el cielo, y actúa; haz justicia a tus siervos. Condena al culpable, haciendo recaer sobre él el castigo por sus malas acciones, y haz justicia al inocente, según le corresponda"

Recuerdo haber estado presente en una reunión en la cual un grupo de cristianos hablaban de un dirigente de su iglesia y facilitaron cierta información que era exacta; pero que no era toda la verdad. De la verdad solo dijeron una parte y no expusieron la totalidad de la situación. Dicho grupo estaba tratando de hacer creer a todos que conocían toda la historia. Esa actitud constituyó una verdadera ofensa y una transgresión viciada totalmente por la malicia al ocultar parte de la verdad. En el libro de Proverbios 6:17 encontramos una lista de cosas que Dios detesta y en esa lista de 7, encontramos a la "lengua mentirosa" "un testigo falso que dice mentiras" "y el que siembra discordia entre hermanos"

Seguramente recordarás que Jesús permaneció silencioso durante la mayor parte del juicio a que fue sometido. Pero cuando fue puesto bajo juramento, rompió su silencio. Entonces ya no estuvo mudo como una oveja delante de sus trasquiladores, como había anticipado el profeta Isaías en 53. Recordemos el relato de Mateo 26: 63 y 64. Más Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú mismo lo has dicho; sin embargo, os digo que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo sobre las nubes del cielo. Como podemos ver, ante un juramento ya no guardó silencio, sino que habló claro como un testigo y dijo toda la verdad.

Continuemos leyendo el versículo 2:

"O si alguien toca cualquier cosa impura, ya sea el cadáver de una fiera impura, o el cadáver de ganado impuro, o el cadáver de un reptil impuro, aunque no se dé cuenta de ello y se contamina, será culpable."

Esta era la ley sobre las impurezas. Un hombre podía contaminarse por tocar un animal muerto sin haberse dado cuenta de ello, mientras otros presenciaban su acción. Un cadáver causaba impureza por el simple contacto. ¿Por qué esta restricción? Probablemente por motivos de salud.

Esta advertencia atañe también a los cristianos en la actualidad. No podemos aislarnos del mundo que nos rodea y no podemos evitar adquirir ciertas impurezas al pensar, ver y escuchar cosas. Quizás incluso no nos demos cuenta de que hayamos estado en contacto con elementos impuros, que pueden estar ocultos y, en consecuencia, no hemos sido conscientes de ello. Y nos encontramos en un estado de impureza. En este caso, no debiéramos apresurarnos a acudir a la presencia de Dios para orar o adorarle hasta que nos hayamos limpiado. Por tal motivo el autor del Salmo 19:12 dijo: ¿Quién puede discernir sus propios errores? Absuélveme de los que me son ocultos.

Al orar no debiéramos pedir perdón en general, sino que tendríamos que nombrar fallos específicos ante Dios y pedirle que nos perdone. Y aun más, deberíamos pedirle que nos perdone pecados que hayamos cometido inconscientemente. A veces nos encontramos en un estado de impureza y no nos hemos dado cuenta.

Continuemos leyendo el versículo 3:

"O si toca inmundicia humana, de cualquier clase que sea la impureza con que se contamine, sin darse cuenta, y después llega a saberlo, será culpable."

Este caso es similar al del animal impuro. Sin embargo Dios hace una distinción entre el hombre y el animal. El castigo para esta situación es más severo que para el caso de tocar un animal (Levítico 11:24 y Números 19:11-16). Aparentemente había otras diferencias de impureza con respecto al hombre, aparte la muerte. Y dice el versículo 4:

"O si alguien, sin pensar, jura con sus labios hacer mal o hacer bien, en cualquier asunto que el hombre hable sin pensar con juramento, sin darse cuenta, y luego llega a saberlo, será culpable de cualquiera de estas cosas."

El hablar con negligencia o irreflexivamente está implicado en este ejemplo. A veces prometemos hacer algo y no cumplimos esa promesa, como por ejemplo, servir a Dios. Recordemos el caso de Simón Pedro que valientemente había declarado en público su fidelidad a Cristo y, cuando se vio acosado, negó conocerle. Sin embargo, años más tarde moriría defendiendo su fe en El.

Algunas veces oigo a personas hacer promesas precipitadas. Pienso en las canciones que cantamos, cuya letra incluye promesas de consagrarnos a Cristo, de seguirle, de servirle y de arriesgar la vida por El. Y las cantamos con cierta ligereza hasta el punto de no saber lo que estamos cantando, o sino, con sinceridad dudosa.

También creo que utilizamos un lenguaje descuidado o presuntuoso cuando intentamos pedirle a Dios una respuesta a nuestras oraciones. Tenemos que recordar siempre que nuestras oraciones deben tener en cuenta a Su voluntad. Si le pedimos algo que está de acuerdo con Su voluntad, El nos escucha. ¿De dónde hemos tomado la idea que podemos exigir a Dios cualquier cosa?

La frase final del versículo 4, será culpable de cualquiera de estas cosas se refiere a las 4 cosas que se han enumerado, pero podrían haber sido muchas más.

Leamos ahora los versículos 5 y 6:

"Así será que cuando llegue a ser culpable de cualquiera de estas cosas, confesará aquello en que ha pecado. Traerá también al Señor su ofrenda por la culpa, por el pecado que ha cometido, una hembra del rebaño, una cordera o una cabra como ofrenda por el pecado. Y el sacerdote le hará expiación por su pecado."

Aquí, por primera vez, se requiere la confesión. Las otras ofrendas constituían un reconocimiento expreso de culpa. Esta tiene que ver con pecados secretos. Eran secretos aun cuando fueran cometidos contra Dios y el hombre.

Hemos ya mencionado el caso de Acán, en Josué 7, cuando se apropió de una barra de oro y de un manto babilónico; aquella transgresión tuvo que ser tratada públicamente, por la naturaleza misma de esa clase de pecado. La imposición de manos de las otras ofrendas era evidentemente una admisión del pecado. En este caso, primero se requería la confesión, y después la ofrenda. En las ofrendas de aroma agradable, las ofrendas precedían a cualquier idea de confesión. Aquí sucedía lo contrario.

Creo que esto es lo que el Señor pensó, de acuerdo con el relato de Mateo 5:23 y 24, cuando dijo en el Sermón del Monte lo siguiente: Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. El creyente en la actualidad tiene que confesar su pecado a Dios en privado, pero debe ofrecer una compensación a la parte perjudicada.

La ofrenda por una transgresión simplemente significaba una ofrenda por la culpa, porque todo pecado se origina de la naturaleza pecaminosa. No somos pecadores porque pecamos, sino que pecamos porque somos pecadores que tenemos una naturaleza controlada por el pecado.

Ya que esta ofrenda se presentaba por un acto de pecado que constituye una de las muchas facetas de la naturaleza pecaminosa, el valor de la ofrenda no era tan alto como el valor de la ofrenda por el pecado del capítulo anterior, el capítulo 4. Y el versículo 7 añade lo siguiente:

"Pero si no tiene lo suficiente para ofrecer un cordero, entonces traerá al Señor como ofrenda por la culpa de aquello en que ha pecado, dos tórtolas o dos pichones, uno como ofrenda por el pecado y el otro como holocausto."

El énfasis en la ofrenda por una transgresión no recaía en el carácter o en la posición del que la ofrecía, sino en el sacrificio mismo. Se requerían 2 tórtolas, porque una era para la ofrenda por el pecado y la otra para el holocausto. La persona y la obra de Cristo estaban representadas en la más pobre y humilde de las ofrendas. Este era el sacrificio presentado por los pobres. En este sentido recordemos que Cristo proclamó buenas noticias para los pobres.

Observemos que está definida como una ofrenda por el pecado porque surge de la naturaleza pecaminosa. Continuemos leyendo los versículos 8 y 9:

"Los traerá al sacerdote, el cual ofrecerá primero el que es para ofrenda por el pecado, y le cortará la cabeza por la cerviz sin arrancarla. Rociará también de la sangre de la ofrenda por el pecado al costado del altar, y el resto de la sangre será exprimida al pie del altar; es ofrenda por el pecado."

La sangre tenía que ser derramada, aunque la cabeza del pájaro no era separada del cuerpo. Dice el versículo 10:

"Entonces preparará el segundo como holocausto según la ordenanza. Así el sacerdote hará expiación por él, por el pecado que ha cometido, y le será perdonado."

Vemos que el pecador obtenía un perdón total, incluso por medio de esta pequeña ave. Todo ello señala directamente a Cristo como el único sacrificio. El versículo 11 añade algunas aclaraciones:

"Pero si no tiene lo suficiente para dos tórtolas o dos pichones, entonces, como ofrenda por el pecado que ha cometido, traerá dos kilos de la mejor harina como ofrenda por el pecado; no pondrá aceite ni incienso en ella, pues es ofrenda por el pecado."

Los pobres que se encontraban en la máxima situación de indigencia no quedaban excluidos. Si alguien no podía traer un pájaro, podía presentar el equivalente a un trozo de pan. Y aun ese sacrificio constituía un substituto para él. Los versículos 12 y 13 añaden los siguientes detalles:

"Y la traerá al sacerdote, y el sacerdote tomará de ella un puñado como memorial, y la quemará sobre el altar con las ofrendas encendidas para el Señor; es ofrenda por el pecado. Así el sacerdote hará expiación por él, por el pecado que ha cometido en alguna de estas cosas, y le será perdonado; el resto será del sacerdote, como en la ofrenda de cereal."

Pasemos ahora a considerar los

Actos no específicos de pecado cometidos en ignorancia

Leamos los versículos 14 al 16:

"Habló el Señor a Moisés, diciendo: Si alguno comete una falta y peca inadvertidamente en las cosas sagradas del Señor, traerá su ofrenda por la culpa al Señor: un carnero sin defecto del rebaño, y el valor del carnero se calculará en plata, según el peso oficial del santuario para las ofrendas por la culpa. Hará restitución por aquello en que ha pecado en las cosas sagradas, y añadirá a ello la quinta parte, y se lo dará al sacerdote. Y el sacerdote hará expiación por él con el carnero de la ofrenda por la culpa, y le será perdonado."

Estas ofrendas por la transgresión enfatizaban el hecho que se había producido una invasión sobre los derechos de Dios y del ser humano. El daño causado a otros era la característica que requería llevar a cabo una compensación. Debía ofrecerse la compensación principal mas una quinta parte. Esto debe haber sido lo que recordó aquel recaudador de impuestos llamado Zaqueo, del Nuevo Testamento, en Lucas 19:8, que le dijo al Señor que daría la mitad de sus bienes a los pobres y que, si en algo había defraudado a alguien por medio de una acusación falsa, le devolvería una cantidad 4 veces mayor.

El concepto del mal principal cometido por ignorancia, parece haberse aplicado al asunto de robar a Dios en relación con los diezmos y ofrendas. Encontramos esa acusación en Malaquías 3:8 y 9, cuando Dios dijo: ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me estáis robando. Pero decís: "¿En qué te hemos robado?" En los diezmos y en las ofrendas. Con maldición estáis malditos, porque vosotros, la nación entera, me estáis robando. Pero el Señor les prometió que, si ellos traían sus diezmos, les enviaría bendiciones y prosperidad en gran abundancia.

El libro del Eclesiastés 5:5, advirtió lo siguiente: Es mejor que no hagas votos, a que hagas votos y no los cumplas. Para este tipo de negligencia, esta transgresión contra Dios, la ofrenda debía ser valiosa. Tenía que ser un carnero. Esto nos señala a Cristo, en su valor y hermosura. Y nos recuerda la cita de San Pedro en su primera carta 1:19, al recordarnos que somos redimidos con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo. Así fue que, en los tiempos del Antiguo Testamento, por medio de esta ofrenda había perdón para el pecador que había cometido una transgresión en ignorancia. Leamos finalmente los versículos 17 al 19:

"Si alguno peca y hace cualquiera de las cosas que el Señor ha mandado que no se hagan, aunque no se dé cuenta, será culpable y llevará su castigo. Entonces traerá al sacerdote un carnero sin defecto del rebaño, conforme a tu valuación, como ofrenda por la culpa. Así el sacerdote hará expiación por él por su error mediante el cual ha pecado inadvertidamente sin saberlo, y le será perdonado. Es ofrenda por la culpa; ciertamente era culpable delante del Señor."

Esto aparentemente se refiere a quebrantar cualquiera de los mandamientos de Dios en ignorancia. La ignorancia de la Ley no constituía una excusa. Esto también es cierto en cuanto a la ley civil. Y a pesar de la falta de conocimiento del mandamiento, el ofensor era culpable y era considerado responsable. Aquí también, nuevamente, el carnero era el único animal indicado para este sacrificio.

A continuación, una breve observación final sobre

La ley de la ofrenda por la culpa

Descrita en Levítico 7:1-10. Esta ofrenda, en su ritual, seguía el modelo de la ofrenda por el pecado, excepto en el rociamiento de la sangre, que seguía el ritual del holocausto y de la ofrenda de paz. Lo veremos más detalladamente en el capítulo 7.

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