Estudio bíblico de Lucas 24:7-53

Lucas 24:7-53

En nuestro programa anterior iniciamos este capítulo diciendo que Lucas describió los hechos de la resurrección como los demás escritores de los Evangelios, Mateo, Marcos y Juan. Describió la reacción de las mujeres al ver la tumba vacía y escuchando las explicaciones del ángel, así como la llegada de Pedro a la tumba y su sorpresa. Por otra parte, Lucas fue el único que registró el episodio del viaje de Jesús a Emús y su encuentro con los discípulos que hacia allí se dirigían, y el encuentro con los 10 discípulos en la sala donde se encontraban reunidos. Habíamos dicho también que el momento culminante de ambos episodios fue la referencia de Jesús a las Sagradas Escrituras, para demostrar Su muerte y resurrección.

Lucas también incluyó el relato de Su promesa de enviar el Espíritu Santo y el de Su ascensión después de bendecir a los Suyos.

Jesucristo había resucitado, abandonando la tumba nueva de José. Finalizábamos nuestro programa anterior con las siguientes palabras del ángel a las mujeres, ante la tumba vacía. Leamos los versículos 7 y 8:

"Acordaos de lo que os habló cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado y resucite al tercer día. Entonces ellas se acordaron de sus palabras"

Continuemos leyendo los versículos 9 y 10:

"y volviendo del sepulcro dieron nuevas de todas estas cosas a los once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles."

Una habría esperado que los apóstoles se alegraran con la noticia que anunciaron las mujeres. Pero observemos la reacción de ellos, expresada en el versículo 11:

"Pero a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creyeron."

Podría haberse previsto que estas mujeres hubieran sido consideradas testigos creíbles, y que su testimonio hubiese sido aceptado. Los primeros incrédulos con respecto a la resurrección fueron los mismos discípulos. Sin embargo el Señor les había dicho en varias ocasiones lo que le sucedería, hablándoles de Su muerte y resurrección. Continuemos leyendo el versículo 12:

"Pedro, sin embargo, levantándose, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro vio solo las sábanas, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido."

Simón Pedro tuvo que grabarse en la mente y asimilar toda la evidencia que había visto, antes de darse cuenta de lo que había sucedido. Parece que su mente no era tan ágil como la del apóstol Juan. En su Evangelio, Juan nos contó que cuando él llegó a la tumba y miró dentro, creyó. Juan se convenció de la realidad de la resurrección de Jesús inmediatamente. Pero Simón Pedro tuvo que pensárselo un poco más.

Llegamos ahora al párrafo que relata como

Jesús se reveló a dos discípulos que iban por el camino a Emaús

Este es, pues, el episodio del camino a Emaús, realmente, un camino interesante para transitar por él. Hemos oído sobre el camino que conducía a Jericó, pero ése nos recuerda a los ladrones que asaltaban a los viajeros. Sería mejor tomar el camino a Emaús, para revivir el encuentro con el Señor resucitado. Leamos los versículos 13 al 16:

"Dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a once kilómetros de Jerusalén. Hablaban entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Y sucedió que, mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. Pero los ojos de ellos estaban velados, para que no lo reconocieran."

Así fue como el Señor se unió a estos 2 discípulos que estaban hablando de Él en el camino de Emaús. Ellos no habían visto al Señor y no creían que hubiese resucitado de los muertos. Jamás habrían imaginado que Aquel que les acompañó en su viaje fuese el Cristo resucitado. Para empezar, no le estaban esperando en absoluto. Dice el versículo 17:

"Él les dijo: ¿De que estáis hablando mientras camináis, y por qué estáis tristes?"

Vemos que Jesús tomó la iniciativa y les hizo una pregunta personal. Leamos el versículo 18:

"Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?"

La pregunta formulada por Cleofas, revela un detalle adicional que no fue destacado por ningún otro escritor, sino sólo por Lucas. La detención, crucifixión y noticias de la supuesta resurrección del Señor habían causado revuelo en Jerusalén. Estos 2 viajeros no podían creer que alguien que residiese en esa región no estuviese enterado de todo lo que acababa de suceder en los últimos días. Era la noticia de mayor actualidad y la reacción de ellos fue natural. Esto nos recuerda que San Pablo, como nos relata el libro de los Hechos de los Apóstoles 26:26, en su defensa ante el rey Agripa, le diría que estaba seguro de que él sabía todo esto, porque no se trataba de sucesos ocurridos en algún rincón escondido. No eran hechos secretos, reservados solo para el conocimiento de algunos pocos, sino noticias públicas y todo el mundo estaba hablando sobre ellas. El versículo 19 continúa con la conversación y dice:

"Entonces él les preguntó: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús de Nazareth, que fue varón profeta, poderoso en hechos y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo"

¿Has observado lo que dijeron? Que era un profeta. Pensaban que estaba muerto. No creían que hubiese resucitado de los muertos. Y continúan diciendo los versículos 20 y 21:

"y cómo lo entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y lo crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Sin embargo, además de todo, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido."

Aquellos discípulos expresaron su esperanza de que Jesucristo iba a liberar a Israel, pero ahora ya era demasiado tarde para mantener viva esa esperanza. Porque Él había sido crucificado y estaba muerto. Era bien evidente que ellos no tenían mucha fe en lo que ese profeta había dicho. Continuemos escuchando su explicación en los versículos 22 y 23:

"Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las cuales antes del día fueron al sepulcro; como no hallaron su cuerpo, volvieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive."

Estos 2 no habían creído en la noticia anunciada por las mujeres en cuanto a la tumba vacía. Podemos ver la incredulidad que había en esos días con respecto a la resurrección. Pero también podemos percibir un poco de esperanza, una luz tenue que comenzaba a brillar en la mente de aquellos discípulos. Y continúan diciendo en el versículo 24:

"Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no lo vieron."

Y así como parecía que su fe estuviese aumentando, pareció disminuir cuando dijeron: "pero a él no le vieron". No sabían qué había sucedido pero, de alguna manera, el cuerpo de Jesús había sido retirado de la tumba. No estaban preparados para explicar lo que ocurrió, pero les quedó la idea fija de que nadie había visto al Señor. Veamos la respuesta de Jesús, en el versículo 25:

"Entonces él les dijo: ¡Insensatos y faltos de comprensión, cuánto os cuesta creer todo lo que los profetas han dicho!"

Esta es una sección muy importante para nuestro estudio. Hablando de la resurrección, el Señor no les mostró las marcas de los clavos para probarlo. El Señor les refirió a las Sagradas Escrituras antes que a las señales de los clavos en su cuerpo. En resumen, les dijo: "Tendríais que haber creído lo que dijeron los profetas". Sería bueno observar la actitud del Señor hacia la Biblia. Vivimos en la época de la duda. Hay personas que dicen que no se puede ser inteligente y creer en la Biblia. Muchos temen ser considerados retrasados intelectualmente y se instalan en una actitud permanente de duda ante la Biblia. Una de las estratagemas más sutiles de Satanás en la actualidad consiste en reducir la integridad de la Palabra de Dios y el hecho de que esté libre de error. En este pasaje Cristo dijo que no creer en esa Palabra era una necedad y una falta de comprensión. El demostró una sincera y unánime aceptación a las declaraciones de la Biblia, sin reservas ni condiciones. Es por ello que colocó un gran énfasis en la Palabra escrita de Dios. Lo cual podemos comprobar al leer los versículos 26 y 27:

"¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían."

Cristo dijo que había 2 factores esenciales para una comprensión de la Palabra de Dios. Son sencillos e importantes. El primero, como indica el versículo 25, es que tenemos que tener fe en la Biblia. Cristo dijo: ¡Qué faltos de comprensión sois y cuánto os cuesta creer todo lo que dijeron los profetas! Pascal, que había llegado a la conclusión de que ciertas verdades espirituales escapaban a la razón humana, dijo: "El conocimiento humano deber ser comprendido para ser creído, pero el conocimiento divino debe ser creído para ser comprendido" La Biblia es como un libro cerrado para el crítico incrédulo. Éste podrá aprender algunos hechos y apreciar algunos pensamientos e ideas, pero perderá el mensaje. Por otra parte, un alma sencilla, cuyo corazón se ha abierto, creyendo con una fe humilde en Dios, será iluminada por el Espíritu Santo de Dios. Los ojos de su inteligencia se abrirán adquiriendo una capacidad de comprensión de los asuntos espirituales. Grandes personajes del pasado han acudido a las páginas de las Sagradas Escrituras en horas de oscuridad o crisis. Por todo ello, el ridiculizar a la Biblia está lejos de ser una actitud inteligente. El Señor dijo que no creer en ella era una insensatez y una falta de comprensión. Preferiría tener menos sofisticación y sutileza que caer en la necedad o insensatez ante la veracidad y e innegable eficacia de la Palabra de Dios.

El segundo factor esencial para la comprensión de la Biblia se encuentra expresado en lo que Jesús dijo acerca de que la Biblia debía ser entendida desde el punto de vista divino. El intelecto humano, simplemente no es suficiente para comprender las verdades Bíblicas. El versículo 45 de este mismo capítulo nos dirá que el Señor "les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras" También San Pablo escribió al respecto en 1 Corintios 2:14, la siguiente afirmación: Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. Hay verdades que están por encima y más allá de la comprensión humana, y sólo el Espíritu Santo puede hacerlas comprensibles y una realidad en nuestra vida. Nuestra oración debiera ser como la del autor del Salmo 119:18: Abre mis ojos, y contemplaré las maravillas de tu ley. Debiéramos acercarnos a la Palabra de Dios con una actitud de humildad. El hecho de que uno simplemente lea la Biblia, no quiere decir que la conozca. Pero el Espíritu de Dios la convertirá en algo real para ti. Continuemos leyendo esta historia del viaje a Emaús, leyendo los versículos 28-31.

"Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Pero ellos lo obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y lo reconocieron; pero él desapareció de su vista."

El Cristo resucitado y glorificado quiso y quiere tener compañerismo y comunión con los Suyos. Y sólo comparte esa experiencia con aquellos que creen en Él. Por tal motivo, en aquella ocasión comenzó sus explicaciones con Moisés y los profetas, porque ellos habían hablado de Él. Su muerte y resurrección habían cumplido las profecías de aquellos personajes del Antiguo Testamento. ¡Cuánto me hubiera gustado estar con aquellos viajeros al atardecer, en el camino de Emaús, escuchándole! ¿Y a ti? Los discípulos le pidieron que se quedase con ellos y Jesús se les reveló en la mesa, al partir el pan. Escuchemos su reacción, leyendo los versículos 32 al 34:

"Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras? Levantándose en esa misma hora, volvieron a Jerusalén; y hallaron a los once reunidos y a los que estaban con ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón."

El Señor le apareció a Simón Pedro en privado, porque tenía un problema que resolver con él. Recordemos que Pedro había negado públicamente conocerle. El restaurar la relación de compañerismo constituía un arreglo personal y privado entre Pedro y el Señor. Continuemos leyendo el relato de aquella reunión en los versículos 35 al 37:

"Entonces ellos contaron las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Mientras aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: ¡Paz a vosotros! Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían un espíritu."

Seguramente nuestra reacción hubiera sido la misma, si hubiéramos estado allí con ellos. Pero el Señor les tranquilizó. Leamos los versículos 38 y 39:

"Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy. Palpad y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo."

No quiero profundizar en este punto, pero es evidente que el cuerpo glorificado de nuestro Señor tenía carne y huesos, y en esta ocasión no mencionó Su sangre ¿Se habrá expresado así porque Su sangre había sido derramada en la cruz? Pero, continuemos con las palabras y gestos de Jesús, leyendo los versículos 40 al 43.

"Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Pero como todavía ellos, de alegría, no acababan de creerle y estaban asombrados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?

Entonces le dieron un trozo de pescado asado y un panal de miel. Él lo tomó y comió delante de ellos."

Este fue un gesto magistral y el Dr. Lucas lo compartió con nosotros. La prueba de que Él, el Señor y el Salvador, era un ser humano, fue que podía ingerir alimentos. Pero el Señor continuó con Sus explicaciones Bíblicas. Leamos los versículos 44 y 45:

"Luego les dijo: Estas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos. Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras"

Ellos sencillamente no habían creído en Su Palabra. Como decíamos antes, para alcanzar una comprensión de la Biblia es necesario que el Espíritu de Dios abra la mente y el corazón. Sólo el Espíritu puede hacer que el estudio Bíblico sea real, auténtico y eficaz. Y el Señor continuó diciendo, en los versículos 46 y 47:

"y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo muriera y resucitara de los muertos al tercer día; y que se predicara en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén."

Observemos la perspectiva global que se expresaba en estos versículos. La proyección sería mundial. El Evangelio debía llegar a los confines de la tierra. Y añaden los versículos 48 y 49:

"Vosotros sois testigos de estas cosas. Ciertamente, yo enviaré sobre vosotros lo que mi Padre prometió; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén hasta que recibáis el poder que viene de Dios."

El método del Señor consistía en enviar a hombres que proclamasen su testimonio al mundo. Y el mensaje exponía que Él murió y resucitó de los muertos, y que confiando en Él, los pecadores podrían salvarse. El poder para predicar esta verdad al mundo, era el poder del Espíritu Santo.

Finalmente, leamos los versículos 50 y 51, que inician el último párrafo titulado

Jesús ascendió a los cielos al bendecir a los suyos

"Después los sacó fuera hasta Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Aconteció que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado arriba al cielo."

La última vez que los discípulos vieron al Señor, Él estaba bendiciéndoles. Cuando Jesús venga la próxima vez, vendrá para juzgar al mundo. No vendrá a juzgar a Su iglesia, sino que Su venida será para los suyos una bendición. Nosotros tenemos que anhelar Su venida con alegría y expectativa. Leamos los versículos finales de este Evangelio, los versículos 52 y 53:

"Ellos, después de haberlo adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el Templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén."

Con esta escena de adoración en la ascensión del Señor al cielo, y viendo a los discípulos regresando a Jerusalén con alegría, finalizamos la exposición del Evangelio de Lucas. Este Evangelio presentó a la persona de Cristo como el perfecto Hombre divino y el Salvador del mundo. Jesús era Dios manifestado en un cuerpo físico. Estimado oyente, espero que estas páginas de esta gran obra espiritual y literaria de la Palabra de Dios te hayan resultado de inspiración, consuelo y estímulo. Estas palabras enriquecen el corazón, la mente, y refuerzan la voluntad. Espero que el estudio de este libro sobre la vida de Jesús, haya renovado tu deseo de conocer al Salvador, al Señor, más y mejor.

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