Estudio bíblico de Salmos 32-33

Salmos 32 Y 33

En nuestro programa anterior, estimado oyente, colocamos el fundamento para este magnífico, pero breve Salmo 32. En primer lugar, que este es un Salmo llamado Masquil, es decir, un Salmo de instrucción. Eso quiere decir que en este Salmo David estaba dándonos instrucciones. Lo segundo que destacamos es que este Salmo 32 no era un Salmo penitencial, aunque se le hubiera clasificado así. Porque la oración de confesión de David, su arrepentimiento, se registró en el Salmo 51. En ese Salmo 51 el pidió perdón a Dios. Y en el Salmo 32, está el registro de su confesión, del perdón recibido, y de la bendición de su completa restauración. En el Salmo 51 él prometió, en los versículos 12 y 13, que si Dios le personaba su pecado, él les enseñaría a los pecadores se volvieran a Dios. Y eso es lo que David estaba haciendo aquí en el Salmo 32; él estaba enseñando. Así que se trata de un Salmo de instrucción, que comienza con un tono muy alegre, ya evidente en el versículo 1 que leeremos a continuación:

"Bienaventurado aquel cuya trasgresión sido perdonada y cubierto su pecado".

David estaba aquí impartiendo instrucción. Nos estaba contando que él había hecho su confesión ante Dios, había sido personado, había experimentado una restauración completa, encontrado un refugio en Dios, y que se le había dado una canción de libertad.

Ahora, esa palabra "bienaventurado" en este versículo significa "feliz". Ya hemos visto esta misma palabra antes, en el Salmo 1, y con ella se inició todo el Libro de los Salmos. Decía el versículo 1 del Salmo 1: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ? o sea, "feliz, o dichoso el varón". Esa bienaventuranza que vemos en el Salmo 1 es la bienaventuranza que sólo puede disfrutar el hombre perfecto. Estimado yo no soy perfecto ni conozco a nadie que lo sea. EL salmo 1 realmente hablaba del Señor Jesucristo, que era el hombre perfecto, y aquel primer versículo de este libro nos decía todo lo que el hombre perfecto no haría. Y después, en el versículo 2, nos decía que ese hombre perfecto se deleitaba en la ley del Señor. Y esa ley nos condena a nosotros; no lo condenaba al Señor Jesucristo. Ahora, la ley escrita en los mandamientos y ordenanzas no podía dar al hombre el estado de dicha y felicidad que solo trae una relación con Dios; `porque demanda de él una obediencia perfecta que el hombre nunca puede alcanzar, y por tanto, esa ley pronuncia una maldición sobre el ser humano. En la epístola a los Gálatas, capítulo 3, versículo 10, dice: 10Todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: «Maldito sea el que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para cumplirlas». No existe ninguna persona que pueda honestamente ponerse en pie y decir que está a la altura de la ley de Dios. Si usted pudiera por sí mismo cumplir esa Ley, entonces le tendría que decir al Señor Jesucristo que le permitiera a usted ocupar el lugar que El ocupa a la diestra de Dios, ya que al ser usted perfecto, ese sería el lugar que le correspondería a usted. Pero ese no es el caso, porque ni usted, ni yo, ni nadie está a la altura de esa ley de Dios.

Entonces, aquí en el Salmo 32:1 tenemos una bienaventuranza y la felicidad de un hombre cuyo pecado ha sido perdonado. Cristo murió por nuestros pecados; y en su muerte como sustituto de los pecadores, El satisfizo la justicia de Dios. Así que ahora un Dios santo puede ser un Dios justo y un Salvador, Él puede ser Justo y el Justificador de todos aquellos que creen en Jesús. Por tanto, cuando tenemos fe en Cristo, se nos cuenta como justicia. Romanos 4:5 dice: mas al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al malvado, se le toma en cuenta la fe como justicia. Ahora, de esa manera miles de creyentes del Antiguo Testamento, comenzando con Adán y Eva, que esperaron por la descendencia de la mujer, fueron salvados en anticipación de la obra consumada del Señor Jesucristo. David estaba expresando esa dicha, la felicidad del hombre cuyos pecados han sido perdonados. Y en el versículo 2 dijo:

"Bienaventurado el hombre a quien el Señor no culpa de maldad y en cuyo espíritu no hay engaño".

Él no imputa los pecados, Él no culpa de pecado a aquel pecador que ha confiado en Cristo. Ese pecado fue colocado sobre Cristo. Como dijo San Pablo en Romanos 4:25, El cual fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación. Y como también dijo San Pablo en 2 Corintios 5:21, a que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios, Realmente, en Cristo, Dios ha hecho una obra maravillosa para nosotros.

David entonces relató su experiencia al tratar de ocultar su pecado. Leamos el versículo 3 de este Salmo 32:

"Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día"

David se sentó en su trono, miró a su alrededor a todos aquellos que estaban con él y dijo para sí mismo: "Aquí nadie sabe lo que yo he hecho. Nadie sabe nada sobre mi pecado. Lo he ocultado bien". Pero su conciencia le molestaba. En realidad, dijo que hasta sus propios huesos le estaban produciendo molestias; comenzó a perder peso, y sus amigos comenzaron a sentirse un poco incómodos con él. Ellos pensaron que quizá David necesitaba ir a ver al médico, porque estaba posiblemente sufriendo de alguna enfermedad grave. Pero el continuó sufriendo esta agonía día tras día. Y en el versículo 4 dijo:

"Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah"

Si usted es un hijo de Dios, estimado oyente, si usted peca, no puede evitar el sufrir las consecuencias. Esa es la diferencia que existe entre los que son salvos y los que no lo son. Si usted no es salvo, usted puede salirse con la suya por un tiempo, evitando temporalmente las consecuencias, Pero el hijo de Dios no. El apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 11:31-32: "Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría. Pero si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo", Es decir, que si no nos juzgamos a nosotros mismos, entonces Dios nos va a juzgar. Dios toma a Sus propios hijos y los castiga, los disciplina.

Algún tiempo después de que David cometió su pecado, el profeta Natán fue a verle para reprenderle, como vemos en 2 Samuel 12:1-7, y le dijo:

Había dos hombres en una ciudad, uno rico y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas, pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado, bebiendo de su vaso y durmiendo en su seno igual que una hija. 4Un día llegó un viajero a visitar al hombre rico, y este no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas para dar de comer al caminante que había venido a visitarlo, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para quien había llegado de visita. 5Tan grande fue el enojo de David contra aquel hombre, que le dijo a Natán: ? ¡Vive el Señor, que es digno de muerte el que tal hizo! 6Debe pagar cuatro veces el valor de la cordera, por haber hecho semejante cosa y no mostrar misericordia. 7Entonces dijo Natán a David: ?Tú eres ese hombre. Y David entonces confesó su pecado, y nosotros podemos escucharlo; lo dijo aquí en el versículo 5:

"Mi pecado te declaré y no encubrí mi maldad. Dije: Confesaré mis rebeliones al Señor, y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah"

Esta es una enseñanza muy buena para usted y para mí, estimado oyente. Si usted no está en una relación de compañerismo con Dios hoy, David aquí presenta las instrucciones para restaurar esa relación. Y el apóstol Juan, en su primera carta 1:9 lo concretó aun más diciendo: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Leamos ahora el versículo 6:

"Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán estas a él".

Cuando David se refirió a la inundación de las muchas aguas creemos que estaba refiriéndose al diluvio de la época de Noé. Noé se encontraba en el arca cuando llegó el diluvio, pero esa gran inundación que destruyó a todos los demás, simplemente elevó a Noé porque él se encontraba dentro del arca. Las aguas del juicio no podían alcanzar a Noé. Y llegará otra ocasión de un gran juicio que vendrá sobre esta tierra, pero en esa oportunidad no consistirá en una inundación de agua. Entonces el juicio será por fuego. Ahora, ¿qué podría hacer usted en una ocasión como esa? En el versículo 7, de este Salmo 32, leemos lo siguiente:

"Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás. Selah"

Este versículo finaliza con la palabra Selah, que significa "detenerse, hacer una pausa, mirar y escuchar". Se nos invita a reflexionar sobre lo que hemos leído. Se trata de una pausa musical y nos imaginamos que aquí la orquesta no interpretaba música alguna, y que el coro tampoco cantaba. Era un momento de silencio para que uno pudiera pensar en lo que se había cantado. Reflexione usted, estimado oyente. ¿Ha perdido usted la relación de compañerismo y comunión que tenía con Él? ¿Necesita usted un refugio? Bueno, Dios puede ser su refugio. Y dijo David en el versículo 8:

"Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos".

Una persona tiene que estar muy cerca del Señor para que poder sentir que Él pone Sus ojos sobre ella.

Después Dios usó una comparación con sentido del humor. Leamos lo que dijo en el versículo 9:

"No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti".

Hay muchos cristianos que no están en la órbita de la voluntad de Dios. Parecen perdidos en el espacio; sin embargo, Dios los va a guiar por medio de Su Providencia, como ya hemos visto al estudiar el breve libro de Ester. Aquí en este salmo se comparó al creyente que no está siendo guiado por Dios con una mula obstinada. Estos animales son tercos, y uno los tiene que guiar. Nosotros por lo general somos así. Por tal motivo dice aquí que no seamos como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, que no pueden entender, y que hay que detener su brío con el freno y la rienda. Que permitamos que Dios nos instruya.

El Salmo finaliza en una nota de triunfo. Leamos los versículos 10 y 11:

"Muchos dolores habrá para el impío; mas al que espera en el Señor, lo rodea la misericordia. Alegraos en el Señor y gozaos, justos; ¡cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón!"

Quienquiera que usted sea, dondequiera que se encuentre, si usted conoce al Señor Jesucristo como su Salvador, puede elevar su corazón con alegría a Dios.

Ahora, cuando llegamos al

Salmo 33

En este Salmo encontramos las alabanzas del pueblo redimido. Dios es adorado como el Creador y como un Soberano providencial. El es alabado por Su gracia majestuosa e inigualable. Tenemos aquí mencionados por primera vez en el texto mismo del salmo a los instrumentos musicales que se utilizaban. (Los hemos tenido antes en la introducción al Salmo, pero aquí está dentro del mismo Salmo) Este es un Salmo al parecer anónimo, porque su autor no se menciona. Este es un Salmo en esta breve sección de Salmos, que podría no haber sido escrito por David. Leamos el primer versículo:

"Alegraos, justos, en el Señor; en los íntegros es hermosa la alabanza".

Tenemos que alegrarnos en la presencia de Dios. Este es un hermoso salmo de alabanza. Nos recuerda el estilo de David y podría haber sido escrito por él. Veamos ahora lo que dice el versículo 2:

"Aclamad al Señor con arpa; cantadle con salterio y decacordio".

Ese instrumento de diez cuerdas, el decacordio, era un hermoso instrumento, parecido a la cítara. Ahora, el versículo 3, dice:

"Cantadle cántico nuevo; ¡hacedlo bien, tañendo con júbilo!"

Hemos de cantar al Señor una nueva canción. Y, ¿cuál es ese cántico nuevo? Hay varios Salmos que hablan de un cántico nuevo, una canción que será cantada en el futuro. Yo pienso, que cuando llegue el tiempo de cantar ese cántico nuevo, también habrá nuevos cantores. Tendremos un cuerpo nuevo y seremos capaces de cantar. En Apocalipsis, capítulo 5, versículo 9, leemos: Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje, lengua, pueblo y nación. El salmista nos exhortó a cantar una canción de alabanza a Dios porque El es nuestro Creador, pero cantaremos esa nueva canción en el cielo porque el Señor Jesucristo es nuestro Redentor. Y en el mismo libro de Apocalipsis, capítulo 14, versículo 3 leemos: Cantaban un cántico nuevo delante del trono. Así que en el futuro tendremos una nueva canción. Ahora en el versículo 4, de este Salmo 33, leemos:

"Porque recta es la palabra del Señor y toda su obra es hecha con fidelidad".

Aquí destacamos la mención de la Palabra de Dios y las obras de Dios, que constituyen una referencia a Sus obras creativas.

Y dice el versículo 6:

"Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos; y todo el ejército de ellos, por el aliento de su boca".

La Palabra de Dios es poderosa. Dios utilizó Su voz, no para destruir, sino para crear. Y por la Palabra de Dios fue creado este universo en el cual nos encontramos. Él dijo: "Hágase la luz". Y fue la luz" (Génesis 1:3). Hay poder en la luz. Hay poder eléctrico, electrónico. ¿Se da usted cuenta de que todo ello comenzó a existir cuando Dios habló? Por Su Palabra existen todas las cosas creadas. La vegetación, la vida animal y el ser humano fueron creados por la Palabra de Dios. ¡Qué gran poder hay en la Palabra de Dios! No sabemos cómo lo hizo, pero sí sabemos que El lo hizo y esto es lo importante. Continuemos leyendo el versículo 10:

"El Señor hace nulo el plan de las naciones y frustra las maquinaciones de los pueblos".

Las Naciones Unidas han elegido, seguramente con buena intención, para poner en una sala central un versículo como Isaías 2:4 que, en parte dice. . . Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra. Creemos que pusieron allí el versículo equivocado porque no nos parece que los pueblos allí representados estén convirtiendo las armas en instrumentos de trabajo sino, más bien, reemplazando las armas actuales por otras de más avanzada tecnología y mayor poder destructivo. En vez de aquel versículo deberían haber colocado el Salmo 33:10, que hemos leído, El Señor hace nulo el plan de las naciones. Habría sido más apropiado teniendo en cuenta la verdadera realidad de la carrera armamentística en el mundo.

Leamos ahora el versículo 12:

"Bienaventurada la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él escogió como heredad para sí".

Nos agradaría que este versículo fuera conocido por todos aquellos que tienen la responsabilidad de gobernar a las naciones, y por los representantes de los pueblos, que tienen la facultad de crear leyes y modificarlas. Y dice el versículo 13:

"Desde los cielos miró el Señor; vio a todos los hijos de los hombres"

El puede ver a todos los seres humanos, desde las más altas autoridades internacionales, las nacionales, los ciudadanos. O sea que, estimado oyente, nos ve a usted y a mí. Y luego, en el versículo 16, dice:

"El rey no se salva por la multitud del ejército ni escapa el valiente por la mucha fuerza".

Napoleón había dicho que Dios estaba del lado del ejército más grande, pero él mismo demostró que estaba equivocado porque recordemos que en la batalla de Waterloo, tenía el ejército más grande y, sin embargo, fue derrotado. Y así sucedió con otros grandes estrategas antes y después de él. Es que Dios tampoco se encuentra del lado de aquel que tiene las armas más potentes. Leamos, finalmente, los versículos 18 y 21:

"El ojo del Señor está sobre los que lo temen, sobre los que esperan en su misericordia, ¡Sea tu misericordia, Señor, sobre nosotros, según esperamos en ti!"

Cuando confiamos en el nombre de Dios, nuestros corazones se llenan de alegría. Una buena sugerencia para todos sería que nos saturáramos del libro de los Salmos. En medio de tantas y febriles actividades, ¿porqué no encontrar momentos para leer y reflexionar en el mensaje de los Salmos? Estimado oyente, si usted interioriza, es decir, si incorpora a sus pensamientos, a su forma de ser, pensar o sentir esta parte de las Sagradas Escrituras, estas palabras que hemos considerado le traerán consuelo y paz al corazón. Y al someter al control de Dios sus pensamientos, planes, problemas e interrogantes, aprenderá a ver las cosas como Dios las ve. Y si usted no tiene una relación con Dios, estos salmos que le exaltan y que anticipan la llegada del Señor Jesucristo al escenario de la historia, le guiarán por la obra del Espíritu de Dios a iniciar esa relación. Relación que, además de llenar en su vida un vacío que nada ni nadie puede satisfacer, resulta indispensable para recibir la vida eterna, y para convertir su vida en esta tierra en una vida de auténtica calidad humana y espiritual.

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