Estudio bíblico: Confianza en Dios, consagración y obediencia - 2 Reyes 18:5-8

Serie:   Ezequías   

Autor: Wolfgang Bühne
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Alemania
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Confianza en Dios, consagración y obediencia (2 R 18:5-8)

(2 R 18:5-8) "En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió. Hirió también a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de las atalayas hasta la ciudad fortificada."
Meditando sobre el rey Ezequías, tenemos la impresión de que Dios dio una calificación especial a toda la obra de su vida en cuanto a su confianza en Dios, consagración, obediencia.

Su confianza en Dios

Ninguno de los reyes de Judá antes o después de Ezequías recibió tal elogio extraordinario del Señor. Confió en la protección de Dios ante los sacerdotes idólatras que estaban enfurecidos porque destruyó sus lugares altos e imágenes, y también confió en Él con respecto a sus súbditos, cuando desmenuzó la serpiente de bronce y les privó de esa reliquia que ellos veneraban.
Aún veremos cómo confió en la intervención de Dios frente a la superioridad abrumadora del enemigo — juzgando humanamente — en una situación totalmente desesperada. Y Dios no le decepcionó. Su confianza no se basó en su propia fuerza, sabiduría o espiritualidad, sino únicamente en las palabras y promesas de Dios.
La fe bíblica, la definió Spurgeon así: "Creer significa hacer que Dios sea el mayor factor en nuestro cálculo y entonces podremos echar cuentas con una lógica infinitamente sana."
La fe bíblica no es una fuerza de imaginación, sino la firme convicción de que Dios — que no puede mentir (He 6:18) — cumple su palabra (Nm 23:19). La confianza en Dios sólo nacerá cuando lleguemos a conocer a Dios en su Palabra, donde Él se revela por medio de su Espíritu; cuando tengamos una vida de oración intensa y practiquemos la obediencia. La confianza en Dios crecerá cuando incluyamos al Señor en las pequeñas y las grandes situaciones de nuestra vida diaria, cuando tomemos en serio su palabra y lleguemos así a auténticas experiencias de fe. Experiencias con Dios, por lo general, no se hacen en la mesa de escribir o teorizando o en reuniones de debate, sino en la vida cotidiana impetuosa, donde nuestra confianza en Dios es puesta a prueba, dando buenos resultados.

Su entrega

Este pasaje podríamos traducirlo literalmente así: "Y se allegó al Señor y no se apartó de caminar detrás de él".
Como una lapa, se pegó al Señor, porque no confiaba ni en sí mismo ni en el consejo y la ayuda de los hombres. Como un perro rastreador seguía las huellas de su Dios y no permitía que nada le distrajera y apartara de la pista. ¡Qué alentador es su ejemplo y cuánto nos pueden animar también hoy en día aquellos creyentes que no permiten que nada les aparte de seguir al Señor consecuentemente. No se apartan del buen camino ni por la aprobación o las lisonjas de los amigos, ni por la crítica y las amenazas de los adversarios!

Su obediencia

"...Sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió á Moisés."
El entregarse al Señor está inseparablemente vinculado a la obediencia. El Señor Jesús le dijo al discípulo Judas: "El que me ama, mi palabra guardará" (Jn 14:23). Y en (1 Jn 5:2) leemos cuales son los criterios certeros del verdadero amor y de la entrega genuina: "En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos".
La palabra "obediencia" en los últimos años ha sido calificada de "indeseable" entre muchos evangélicos. Es verdad que en el pasado se ha abusado de esta expresión para ejercer autoridad y conseguir objetivos egoístas, enseñoreándose de las conciencias de otros. Pero seguir a Jesús en la vida es sólo posible si aceptamos su derecho sobre nosotros sin reservas y con alegría.
(Juan 15:14) "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando."

La fuente de su fuerza

"Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba."
La obediencia a Dios tendrá siempre como consecuencia la comunión con Él. Y esta comunión a su vez es la fuente de nuestra fuerza y bendición para todas las situaciones y tareas en el servicio para el Señor. Uno de los más bellos ejemplos de esta experiencia es seguramente José. Siendo esclavo en la casa de Potifar leemos de él: "Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero" (Gn 39:2).
Y esta comunión con Dios la experimentó José también poco tiempo más tarde como prisionero encarcelado siendo totalmente inocente. A los ojos de los otros prisioneros seguro que era un hombre perseguido por la mala suerte, porque había originado la rabia de una mujer ofendida y malvada, por haberse mantenido fiel: "Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia... Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba" (Gn 39:21-23).
De David también leemos algo parecido (1 S 18:12-14) (2 S 5:10) (2 S 8:6). En el (Sal 16:8) confesó de sí mismo: "A Jehová he puesto siempre delante de mí: Porque está a mi diestra no seré conmovido".
Cuando el pastor Wilhelm Busch fue arrestado por la Gestapo después de una conferencia en 1937, había unas 2000 personas alrededor del coche que había de llevar a Busch a la cárcel. Pero ¡qué apuro! el coche de policía no arrancaba con todo el pelotón de gente que estaba allí. Mientras el chófer intentaba en vano arrancar y los hombres de las SS dentro del coche se ponían cada vez más nerviosos, de pronto alguien entonó el himno: "Si Dios es por mí, no importa que todo lo demás esté contra mí..." a lo cual la muchedumbre empezó a cantar poderosamente con él, allí mismo en la entrada a la iglesia. Después se hizo un gran silencio y sólo se oían los esfuerzos frustrados por arrancar el coche de los nazis. Entonces alguien se puso en la escalera y recitó en alta voz una estrofa de otro himno: "¡Sabemos de fijo que vencerá el Hijo! Cristo vence, Cristo vence ..." El hombre inmediatamente desapareció otra vez entre la muchedumbre y entonces por fin arrancó el motor y el coche salió a tropezones. Recordando esta escena, Wilhelm Busch escribió:
"Yo estaba tan lleno de gozo de victoria que no pude contenerme y le expliqué al comisario: ¡No quisiera cambiarme con usted! Entonces se estremeció y me contestó impactado: En otro tiempo yo también asistía a una reunión de estudio bíblico en la escuela superior. ¡Pobre hombre!, le dije yo, el arrestado a aquel que tenía poder sobre mí. Y entonces marchamos para la cárcel."
Así se puede ser una persona libre y llena del gozo de la victoria, aún siendo un prisionero, porque la comunión con el Señor y su ayuda en tales situaciones da una paz y un gozo que dejan triunfar el corazón por encima de todas las circunstancias que nos oprimen.
"La fidelidad va acompañada de la benevolencia de Dios y de la prosperidad espiritual" (Henri Rossier)

Indignación "santa"

"Se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió. Hirió también a los Filisteos hasta Gaza y sus términos, desde las torres de las atalayas hasta la ciudad fortalecida."
Ezequías aquí se distingue claramente de su padre Acaz. En (2 R 16:5-9) leemos cómo los sirios se preparaban para la lucha contra Jerusalén. A pesar de que Isaías mandó a Acaz no temer ese ataque, prometiendo la derrota de los sirios, Acaz decidió buscar ayuda y apoyo en los asirios, por lo cual se vio obligado a pagar tributo. Es sumamente vergonzoso ver con qué palabras el rey del pueblo de Dios se somete a Asiria, que en aquel entonces era una potencia mundial:
(2 R 16:7) "Entonces Acaz envió embajadores a Tiglat-pileser rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo; sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria..."
Las alianzas con el mundo en todos los tiempos han perjudicado al pueblo de Dios y siempre llevan a la pobreza espiritual y a la servidumbre. En aquel entonces Acaz sacó todo el oro y la plata del templo y de su propia casa para comprar el favor y la cooperación de los asirios. Esta alianza contraria a la voluntad de Dios no sólo fue una pesada carga para el pueblo de Dios en su tiempo, sino que también lo fue para la siguiente generación. Aquí vemos que las componendas y las alianzas censurables en la vida y en el servicio de los líderes del pueblo de Dios pueden causar daños duraderos y llevar a los creyentes a la servidumbre, dependencia y caminos torcidos, a menudo durante largos períodos de tiempo.
Ezequías "se rebeló" contra el rey de Asiria. Una "ira santa" se apoderó de él, cada vez que pensaba que fuerzas y valores materiales, que debían estar a disposición del Señor, eran pagados como tributo a una potencia enemiga. Ezequías era un siervo de Dios, y no estaba dispuesto a tolerar ni un día más el dominio de Asiria, aún sabiendo que desafiaría y provocaría a la mayor potencia mundial de aquel tiempo. En esta actitud decidida de Ezequías, vemos también la confianza en su Dios. La gloria de Dios era más importante para él que las aparentes ventajas que conllevaba el ser el vasallo de los asirios.
"¡Y no le sirvió!" — esta negación decidida y clara debería ser la característica de todo creyente sincero. Ezequías comprendió y puso por obra lo que muchos siglos después escribiera Santiago: "Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios" (Stg 4:4).

Luchando contra las sanguijuelas espirituales

Otra consecuencia de su determinación se ve en el hecho de que derrotó a los filisteos que se habían instalado y extendido al sur de Judá durante el gobierno de su padre. Mientras que los asirios son una figura del mundo enemigo, que quiere que paguemos tributo, los filisteos representan más bien los peligros de una "mente terrenal", que en todos los tiempos trata de colarse y establecerse en el pueblo de Dios. "Los filisteos" quieren centrar nuestros intereses en cosas pasajeras. También tratan de socavar e interrumpir nuestra entrega total al Señor, lo cual destruirá nuestro gozo en el Señor y nos robará la bendición.
A menudo son cosas que no son pecado, y que a primera vista no parecen peligrosas, sino aficiones o pasatiempos aparentemente inofensivos, que se convierten en un peligro cuando nos roban el interés, el tiempo, la fuerza y nos impiden gozarnos en nuestro Señor y su palabra; aquellos tesoros espirituales que permanecen para siempre.
John Piper lo expresó así: "Debemos pedir a Dios sin cesar que nuestros ojos sean abiertos a lo insuficiente de los placeres de este mundo, incluso de los inocentes. Debemos suplicar que las papilas gustativas de nuestra alma estén siempre anhelantes de la belleza de Cristo."

Comentarios

Colombia
  Julio Cesar Otero  (Colombia)  (17/02/2022)
Hola buenos días ! estoy muy interesado cada día en sus estudios me enriquecen mucho espiritualmente. Desde Colombia Medellín ,como me puedo conectar con ustedes para ver sus estudios, porque con ellos les enseño a otras personas y entre más enseño mas me ministra el espíritu santo, Dios les bendiga y sigan llegando a muchos corazones.
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